Convento de la Asunción de Nuestra Señora

2022-08-13 14:43:31 By : Ms. Jazzy Zhang

Consultor, profesor y articulista y exvocero presidencial

De 1994 es la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco de catorce conventos del siglo XVI ubicados en las faldas del Popocatépetl. En 2021 se añade otro. Son once en Morelos, tres en Puebla y uno en Tlaxcala. Obra de los franciscanos, dominicos y agustinos. Éste es uno de ellos.  ​  

Es una fundación de la Provincia del Santo Evangelio de la Orden de Frailes Menores (OFM). Es la quinta de las fundaciones franciscanas en la Nueva España después de los conventos de México, Tlaxcala, Huejotzingo y Texcoco. Aquí, los trabajos de evangelización iniciaron en 1526. La fundación formal es de 1529. 

El conjunto se levanta sobre un templo indígena. En la entada lateral está la fecha de 1552. Las arcadas del claustro bajo del convento muestran el mismo sistema de molduras que la puerta lateral. Aunque los soportes isabelinos sugieren el remplazo de columnas más antiguas.     

Toussaint atribuye su diseño a Francisco Becerra quien construye Tepoztlán. En otras fuentes se habla del franciscano Fernando Leyva. El conjunto, iglesia y convento, debieron estar terminados antes de 1574. El edificio descrito por Vetancurt existía antes de esa fecha. 

En la visita de 1585-1596, fray Alonso Ponce encontró el establecimiento bien construido y completo. Lo ocupaban cinco frailes. A partir del número de los frailes ancianos muertos en ese convento se deduce que fue un asilo para los frailes ya grandes o enfermos. El clima era benévolo. (G.Kubler)  

A partir del siglo XVII se efectuaron algunas modificaciones a la iglesia. Es cuando se construyen dos capillas que dan a la planta de la iglesia forma de crucero. De inicios del siglo XVIII es la torre, adosada a la iglesia en su ángulo sureste. Al pie de la misma se instala un reloj, que después de ser utilizado en la catedral de Segovia lo regala Carlos V a Hernán Cortés.

En 1891, el Papa León XIII emitió una bula en que decretó la erección del obispado de Cuernavaca, con jurisdicción eclesiástica en el Estado de Morelos. La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción se constituye en catedral. El terremoto de 1882 causó daños a diversas partes del conjunto conventual. Se cae la torre.

El obispo Sergio Méndez Arceo, cinco años después de ser nombrado al frente de la diócesis, en 1957 emprende una amplia restauración del conjunto conventual. El proyecto es obra del arquitecto benedictino Gabriel Chávez de la Mora y del arquitecto Ricardo de Robina. Es cuando se descubren los murales en las paredes de la iglesia.   

El atrio conserva la traza original. Ahora es un jardín arbolado. La entrada principal, a través de un pasillo,  conduce a la portada lateral que se ve al fondo. En dos de sus lado está bardeado y las paredes tienen almenas. Dentro del atrio hay tres capillas.  

La entrada principal es un arco de medio punto rebajado. En la parte superior al centro un frontón triangular con dos almenas y a los lados una pared escalonada. La puerta es de dos hojas de hierro. 

En la entrada lateral hay un desnivel de la calle al atrio. Se supera por una escalera de cinco peldaños. Es un arco de medio punto rebajado. En la parte superior una estructura escalonada. Al centro una almena. 

La cruz atrial no está en el pasillo central sino hacia el lado derecho si se está de frente a la portada lateral. La cruz de cantera monolítica, tiene como única ornamentación una inscripción dispuesta en diagonal con la leyenda: “INRI”. Se asienta sobre una base cuadrada que en la parte superior tiene almenas. Al parecer es la original.  Según McAndrew se trata de un “cuaxucalli”, caja de piedra usada originalmente para los sacrificios humanos. 

La capilla abierta está dedicada a San José. Se levanta a mitad del siglo XVI y es la parte más antigua del conjunto conventual. Algunos historiadores piensan que es la más antigua de todas las capilla abierta que se conservan en México Tiene tres arcos de medio punto sostenidos en columnas de estilo románico. Entre el arco central y los laterales hay dos contrafuertes que tienen forma escalonada. En la parte superior un serie de almenas.     

En su edificación participaron los pueblos de Tletlama, Cuentepec, Miacatla, Temixco, San Francisco Coatlán, Mazatepec, San Miguel Coatlán, Cuauchichinola, Huajitlán, Panchimalco, Tlatenchi, Huitzila, Coajomulco, Ocotepec, Temilpa, Santa María Ahuecatitla, Tetela y Tlaltenango.

En el interior hay una sala que corre a lo largo de los tres arcos. Aquí la bóveda es de cañón corrido sostenida en tres arcos. Luego viene otro espacio con tres divisiones con otros arcos de medio punto. En la del centro está el altar que se eleva sobre el piso. 

Aquí los tres arcos de medio punto del segundo espacio interior de la capilla abierta. Se sostienen en columnas de estilo románico. En el del centro el altar elevado sobre el nivel del piso. La diferencia son seis escalones.

En el interior de la capilla abierta hay una series de murales relacionados con San Francisco de Asís y santos de la Orden. Este mural es el que se encuentra en la parte superior de la puerta del convento.  

– Puerta de entrada al convento

No hay portal de peregrinos y la puerta de entrada al convento se encuentra dentro de espacio de la capilla abierta. Es un marco de piedra que se podría calificar de estilo renacentista. En la parte superior un mural. El primer espacio de la capilla abierta pudo haber cumplido las funciones del portal de peregrinos.  

En el atrio hay tres capillas: La de Dolores (XVIII); la de Tercera Orden (XVIII) y la del Carme (XIX). 

La fachada de la iglesia es muy austera. Es un muro liso con un remate mixtilíneo. En él se encuentran la portada que es un arco de medio punto de piedra y la parte superior la ventana del coro. A la izquierda la torre que es de principios del siglo XVIII. Se ha caído y restaurado. Tiene tres cuerpos. El primero se divide en dos y corre a lo largo de la fachada. El segundo y el tercero son iguales, pero de dimensiones distintas. En los cuatro lados arcos de medio punto alargados en medio de columnas, que en la parte central tiene nichos. El remate es una cúpula. 

En la pared izquierda de la iglesia está la portada de la entrada lateral. Es un arco de medio punto. A sus lados dos pilastras En la parte superior en un triángulo una ventana con dos adornos laterales y en la parte superior una cruz. Estos elementos se encuentran en medio se un alfiz. En esta pared se ven los contrafuertes y en la parte superior una serie de almenas.

A partir del siglo XVII la planta es de cruz latina. Se añadieron dos brazos tras el arco triunfal. El techo es de bóveda de cañón corrido. En el ábside un arco triunfal, que no tiene columnas de sostén, y antes de él otro arco este sí con columnas.

El ábside con el altar diseñado por el arquitecto benedictino fray Gabriel Chávez de la Mora en 1957. Las paredes y el techo están pintada de dorado. En su momento fue una obra que se adelantó a su tiempo. Fue muy celebrada a nivel internacional.  

En las siguientes fotografías se ve el espacio donde se ubica la pila bautismal. El diseño es obra del arquitecto Chávez de la Mora. El modelo se repite en otras iglesias del siglo XVI en el estado de Morelos. La pila bautismal está a la entrada de la iglesia y abajo del coro. 

Capilla del Santísimo en la pared derecha de la nave. Está ya cerca del altar. Aquí no se ven elementos de la intervención que en la iglesia hizo del arquitecto Chávez de la Mora. 

En los trabajos de restauración de la catedral en 1957 se descubrieron los murales que son de medidos del siglo XVII. Entre 1867 y 1880 se cubrieron con cal. En 1959 se inicia el proceso de restauración. Existen discrepancias sobre los artistas y las fuentes que los inspiraron. La mayoría de los especialistas afirma que indígenas locales son los creadores de los murales. 

La inspiración del ambiente oriental que se refleja en los murales proviene de las noticias que se disponían sobre los chinos que acudían al mercado en Manila, Filipinas. La atmósfera general de la obra no refleja el Japón de la época. El tema es el martirio de 27 franciscanos, entre ellos el mexicano San Felipe de Jesús, en Nagasaki, Japón, el 5 de  febrero de 1597.    

Los murales están pintados en las paredes laterales de la nave. El mayor tiene 30 metros de largo por ocho de alto. Algunos investigadores plantean que los murales son posteriores a 1628, cuando se recibe la noticia de la beatificación de San Felipe de Jesús. 

Sin embargo, existe un dato que podría interpretarse en el sentido de una datación de los murales en una fecha más tardía: Agustín de Vetancourt en su obra Teatro mexicano (1697) no hace mención de los murales en su detallada descripción de la iglesia de Cuernavaca, que en ese tiempo aún era un convento franciscano. 

Especialistas sostienen que el estilo de los murales pertenece al género de los códices coloniales tardíos conocidos como Techialoyan. Donald Robertson, los incluyó en su catálogo de 1975. El autor, para hacerlo, se basa en las representaciones realistas de las formas humanas, proporcionadas y unificadas, la arquitectura y el ambiente geográfico presentado con plasticidad tridimensional. 

El colorido usado por el pintor o los pintores incluye el azul, verde, amarillo, naranja, rojo, blanco, gris y negro. Robertson admite que los murales son aberrantes respecto al conjunto de pictografías Techialoyan y constituyen un ejemplo único. Sin embargo, asegura que pertenecen a dicho corpus con base en su estilo gráfico.

Estudiosos como María Celia Fontana Calvo (2011), Luis Islas García (1967) y María Elena Ota Mishima (1981) se han dado al estudio de estos murales. Donald Robertson, en colaboración con Martha Barton Robertson, es quien más ha contribuido a su conocimiento. Queda pendiente una investigación que utilice los testimonios japoneses de la época, asunto que apenas se comienza a explorar.

Un año antes de su muerte, Felipe de Jesús o Felipe de las Casas, a la edad de 25 años, emprende viaje de Filipinas a la Nueva España con el objeto de ordenarse como sacerdote. Su nave estuvo a punto de naufragar y, finalmente, arriba a las costas de Japón. Por entonces ya existía en ese país un grupo de misioneros cristianos con seguidores nativos, a quienes se unió Felipe de Jesús y sus compañeros.

En ese tiempo la era de tolerancia para la nueva religión, por parte de las autoridades, había terminado. El shogún Toyotomi Hideyoshi Taikosama ordena su aprehensión y posterior crucifixión. Comienza un largo camino de Tokio a Nagasaki, en carretas tiradas por bueyes. El trayecto estuvo lleno de humillaciones y agresiones físicas, como el corte de una de las orejas de los mártires. 

La comitiva llega a la colina de Tateyama o Nishizaka (el llamado “Calvario” japonés) donde se realiza la crucifixión. Se usaron cruces cristianas con argollas de hierro que sostenían los cuerpos, como se ve en la pintura. Para intensificar el sacrificio, los prisioneros fueron atravesados con lanzas que penetraron por sus costados, cruzándose dentro del cuerpo y saliendo por los hombros. En la iconografía de San Felipe de Jesús aparecen dos lanzas en su espalda. Fue beatificado en 1628, y 1862 se le canonizó.

En la cenefa de los muros de la nave, en la parte alta y baja, se encuentra la pintura que se ve en la fotografía. Al centro un ángel. En la parte alta, a lo largo de toda la cenefa, el cordón franciscano. En el bajo coro, donde se está la pila bautismal, hay figuras de flores y de animales que seguramente también fueron elaboradas por aristas indígenas. 

Mural que se encuentra en la parte posterior del muro de la capilla que de a la nave central. Esta en la pared de la derecha ya cerca del altar. Jesús en la cruz y a sus lados la Virgen María y María Magdalena. La imagen pude ser la copia de un libro europeo del siglo XVI o XVII. Es en blanco y negro.  

El convento es de forma cuadrada. Tiene claustro alto y bajo. En el claustro bajo cuatro arcos de medio punto en cada uno de sus lados. Son de cantera. En el claustro alto aros de medio punto rebajados de mampostería sostenidos en columnas de cantera. En los muros de los pasillos de los dos claustros hay vestigios de murales.  

El convento de la Asunción de Nuestra Señora es la quinta fundación de la Orden de Frailes Menores (OFM) en la Nueva España, lo que lo hace uno de los más antiguos que existen en México. El conjunto conserva muy buena parte de lo que fue la construcción del siglo XVI. 

El atrio, ahora con tres capillas de los siglos XVIII y XIX, conserva las dimensiones originales. Los muros con sus almenas. La cruz atrial sobre una base de origen prehispánico. Es notable la capilla abierta que se considera como la más antigua de las que se han conservado. Es una gran obra de le arquitectura novohispana. 

La iglesia con sus notables murales del siglo XVII pintados por manos indígenas a la manera de los códices coloniales tardíos conocidos como Techialoyan. El proyecto de renovación litúrgica que impulsa el obispo Sergio Méndez Arce y la intervención arquitectónica y artística del arquitecto benedictino Gabriel Chávez de la Mora y del arquitecto Ricardo de la Robina. Los vitrales de Matías Goertiz. 

El convento y el claustro del siglo XVI, que mantienen su diseño original. El juego de los arcos del primer y segundo claustro. Ahora en la parte exterior del conjunto, pero adosado a él, hay un Museo de Arte Sacro muy bien montado. 

La sensación es la de estar en un espacio muy antiguo. Es viajar cinco siglos atrás. Al tiempo que se articula el arte moderno. Es una muy bien lograda combinación. Hay un dialogo de siglos. En el conjunto siempre hay mucha vida. Turistas y fieles que vistan la iglesia original y las capillas del atrio.  

He estado en muy diversas ocasiones, las visitas que tengo registradas son: 1978; 1982; 1983; 1984; 2008; 2022 (marzo) 

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