Bodas en Bilbao y tiendas de segunda mano (Bizkaia): Alquilar un tranvía para invitados y vestido de novia de segunda mano: una boda sostenible en Bilbao | El Correo

2022-08-13 14:43:37 By : Ms. Kaibo Kaibo

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Elisa y Beñat habían planeado una boda que de convencional tenía poco, empezando porque no necesitaron más de dos meses para prepararlo todo. Fue una ceremonia civil en el juzgado de Bilbao, donde solo asistieron los familiares más íntimos. Una vez convertidos en marido y mujer, donde se intercambiaron alianzas de Eneko Unzalu, un artesano joyero de Durango, lo celebraron juntos en un restaurante situado en los jardines de Albia. Katti Oviedo, la madre de la novia, preparó una sorpresa al ritmo de mariachis, como guiño familiar hacia la Cantina Tapachula que regentan en el número 28 de Alameda San Mamés, especializada en la gastronomía mexicana. Tras la comida, los novios volvieron a casa a reponer fuerzas para lo que estaba por llegar.

Fue el pasado 20 de mayo cuando una marea de 100 personas irrumpió en las inmediaciones de San Mamés. Unas iban con vestido largo, otros con traje y corbata, hay quienes eligieron algo más desenfadado. Eran los invitados a la boda de Elisa y Beñat, pero ni ellos mismos sabían por qué los habían citado allí. «Nos van a meter a todos al estadio», pensaron algunos, dada la conocida inclinación rojiblanca del novio. Otros, directamente, se sentaron a tomar algo hasta nueva orden. La zona de Pozas se presentaba como una tarde cualquiera de viernes, con sus terrazas desplegadas en la peatonal y los últimos comercios a punto de echar el cierre antes del fin de semana. De repente, estallaron los tambores al ritmo de batucada para sorpresa de propios y extraños, vistiendo de fiesta los aledaños de 'La Catedral' para recibir a los recién casados.

Habían pasado unos minutos de las siete de la tarde y el sonido de los tambores fue guiando a esa marea humana, encabezada por los novios, hacia el andén más próximo del tranvía, en Sabino Arana. Lo que nadie había podido imaginar es que la pareja había alquilado el convoy privado solo para ellos, con el objetivo de llevarlos al cóctel y a la fiesta posterior en un medio tan original como sostenible. Porque de eso iba el hilo conductor de este enlace: hacer de aquel día algo inolvidable con el menor impacto medioambiental posible. «Pedimos los permisos pertinentes al Tranvía de Bilbao, les dimos las horas concretas y fijamos un precio», nos cuenta Aintzane Zorrilla, wedding planner de Conmemöra Eventos y responsable de organizar la parte más sorprendente de esta celebración. «Los invitados alucinaron, fue un momento muy divertido», asegura.

La sostenibilidad es una de las principales preocupaciones sociales y políticas de la actualidad que también está ganando adeptos en el terreno nupcial. Y sino que se lo digan a esta profesional de los eventos, que lleva diez años en el sector ofreciendo en cada una de sus propuestas alternativas amables con el entorno y el medio ambiente. En su trabajo, la creatividad, la elección de proveedores locales y artesanos, las ganas de darle un giro de timón a lo establecido y no dejarse llevar por lo fácil son las claves de su éxito. Elisa y Beñat contactaron con ella recomendada por unos amigos y en seguida se pusieron manos a la obra para orquestar uno de los días más importantes de sus vidas.

La elección del vestido de novia debía ir acorde a las circunstancias y fue a la propia Elisa a quien se le ocurrió la idea de adquirirlo en Koopera Store, una tienda de segunda mano que fomenta el consumo responsable, situada muy cerca de su casa. Allí encontró un diseño de tafeta brocada, sin mangas y escote redondo, que decidió personalizar a su gusto en Lamikiz Atelier, el nuevo estudio del diseñador vizcaíno Alejandro Salas. Él, tuvo la destreza de actualizar ese diseño para convertirlo en un dos piezas de 'crop-top' y falda rematada en cola, acorde a las últimas tendencias en moda nupcial. Le retocó el escote y le añadió un broche de pasamanería, en consonancia con los pendientes, hechos por una artesana de Zaragoza y comprados en Vinted, la plataforma online de compra y venta de segunda mano. Mención especial merece también el velo, que la propia novia adquirió también en Koopera y customizó con ayuda de Salas, dibujando y bordando sobre la base de tul una constelación de adornos y pedrería.

Del ramo, un clásico bouquet de rosas rojas y peonias blancas, se encargó Floristería Lore Bai, mientras que la peluquería y la manicura fueron obra de Ene Nails, que hicieron un guiño al velo dibujando estrellas en las uñas. Beñat, por su parte, eligió un traje hecho a medida por Bund, un concepto novedoso de sastrería que hacen tour por las ciudades y venden también online.

En poco más de 20 minutos, el tranvía dejó a todo este séquito nupcial en La Ribera, reservada aquella tarde solo para ellos. Siguió la batucada Zaratamba de cara al Nervión y se sucedieron los bailes, los abrazos, las fotos y alguna que otra copa previa al cóctel. En este punto, la sorpresa fue para la pareja, porque no sabían que iban a tener su propia ceremonia oficiada por Urtzi, un familiar con experiencia en estos menesteres, y con Matxalen, la hermana del novio, como cómplice de excepción. No faltaron las palabras bonitas ni el aurresku de honor, bailado por algunos de sus invitados.

Con la ayuda de Aintzane y el catering de La Ribera prepararon un convite informal, dispuesto en diferentes mesas con todo tipo de degustaciones, incluido un 'candy bar' con dulces de Martina de Zuricalday y una tarta nupcial de gominolas hecha por la abuela de la novia, propietaria de Dulces Guille en San Ignacio. La decoración floral de estilo tropical corrió a cargo de Flores Elorz, mientras que la boutique del Globo llenó de fantasía el local, mientras Erness al saxo ponía la banda sonora de fondo.

Eraso DJ comenzó fuerte la fiesta al ritmo de AC/CD, sacando a relucir el lado más rockero de los novios. Elisa hizo cambio de vestido, esta vez otro dos piezas de 'paillettes' plateadas con estética festiva, también customizado por Alejandro Salas. Los fuegos, las luces y las pistolas de humo sirvieron de atrezzo para una velada que se extendió hasta la madrugada, poniendo el broche de oro a una boda en la que se volvió a demostrar la fórmula del «menos es más» no solo es necesaria, sino que cada día es más factible.